martes, 24 de febrero de 2009

heridas de batalla

Es sumamente interesante nuestra evolución, no sólo como especie, sino como seres individuales. No puedo dejar de pensar como si siquiera una cierta situación no se hubiera dado o se hubiera dado de una manera tan sólo ligeramente diferente, que tan distinta sería yo hoy de lo que soy actualmente. Mi to - como suelo llamar a mi abuelito - ha sufrido una lista innumerable de enfermedades, tantas que se escapan de mi desmemoriada memoria. Una vez estábamos sentados a la mesa y el tímidamente disimulaba ciertas manchas y moretones que heroicamente desdibujaban su mano junto con una mirada reprimida, bochornosa.

Me pregunte, por qué es que nos avergonzamos tanto de nuestras cicatrices de batalla? Seguidamente, tras una ligera pausa para organizar mis argumentos, le expliqué el cómo sentía yo que más que ser una vergüenza, esas manchas y esos moretones eran testimonio de su carácter, de su valentía, de su estambre. Había sufrido y había estado enfermo, pero lo había sobrellevado y vencido con gracia y elegancia digna de un caballero.

Admiro mucho a mi abuelito, es un ser extraordinario. Es el tipo de persona que no es muy común en este mundo, es puro, no ha dejado que la sociedad lo corrompa. Aunque no somos muy cercanos le tengo un cariño atípico, uno más parecido a la ternura.

Seguí meditando más tarde sobre esto de nuestras heridas de batalla, todos las tenemos, pero las escondemos. Por qué será? Personalmente tengo una en la frente, pero es más una prueba perenne de mi idiotez que una de valentía o destreza, sin embargo yace en mi frente como parte de mi estamínea. Tengo otras que sí son pruebas de las proezas con las que me he afrontado y sobrevivido. Ahora soy más fuerte.

Más que quejarnos por los dolores con los que nuestros caminos se cruzan, debemos de mirar atrás y recordarlos como montes que nos volvieron más fuertes. Nos encontramos con una pared y la trepamos y es un aliento, pues sabemos que hay mas tribulaciones por venir, peores aún que las que hemos sobrellevado. Ahora estamos preparados y las venceremos. Entonces, mostremos nuestras heridas de batalla con orgullo, pues son marcas, recordatorios de lo que fuimos capaces de vencer, son las señales de lo que nos forjo y nos definió, sin ellas no somos lo que somos hoy. Como ya lo dije previamente, qué somos sino una recolección de una serie de experiencias coyunturales que conforman luego nuestra estructura.

2 comentarios:

  1. Todos mis antecedentes los luzco orgulloso
    en la mirada.

    Besotes!

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  2. "Las heridas, al hombro. Como el fusil en ristre", decía Lorca.

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