Este, ha sido un año de sorpresas. He elegido un nuevo camino, y enrumbada estoy. No sé hacia donde me dirigo ni cuando llegaré, si es que llego pero caminando estoy, en un constante movimiento. Sentía antes una especie de paso pesado y aun lo siento, pero cada vez menos. Sentía como mis pies se levantaban con mucha pesadumbre de un lodazal grueso que me atrapaba.
La vida creo yo se asemeja a un juego de ajedrez o como en una analogía a una obra teatral, no sólo por el hecho de que tu vida es el escenario, sino porque tu puedes escoger que personaje o que pieza ser, y dependiendo del que escojas tu vida puede dar giros sumamente inesperados. Siento que aunque todavía me encuentro en una etapa de exploración, cada vez me acerco más a el personaje o la pieza que siempre estuve secretamente destinada a ser.
Es cierto que hay veces que retrocedo, me alejo de mi esencia, pero si una línea de tiempo fuera marcada, y a lo largo de esta se notara mi evolución, se notaría cierta tendencia con una dirección hacia mi verdadero yo. Después tal vez me pongo a pensar que el último yo, si siquiera pudiera llegar a alcanzar aquel nivel, es como una cebolla que consiste de muchas capas. Cada capa representa cada uno de los personajes o piezas que he desarrollado y lo que he podido sacar de ellas, tanto lo positivo como lo negativo, porque lo quiera o no siempre formará parte de mi ser, me acompañara en este sendero que es por siempre constante.
Este año siento que he dado un paso hacia adelante, me siento un tanto realizada aunque suene medio absurdo.
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